Por Brayan Camilo Chaparro Cardozo
¿Qué sería de usted si dependiera de un aparato para oír un poco de lo
que hay a su alrededor? ¿O si esto le ocurriera a su hijo/a? Pues este es el
caso de Jessica Nore, una bachiller sordomuda egresada del Colegio Técnico
Municipal Simón Bolívar.
Hubo una complicación en el embarazo de doña Juana Nore, madre de
Jessica; esto generó la enfermedad de
Jessica, nació sin la capacidad de expresarse ni escuchar, pues el aparato que
Jessica utiliza no es un 100% efectivo; le permite oír un poco, por ende hablar
otro poco, como el balbuceo de un bebé.
Me era difícil al principio de este trabajo entender lo que me quería
decir así que opté por hablar a través de escritos; yo preguntaba y ella
respondía, y así descubrí que Jessica es una gran persona, alegre, bromista, pero
sobre todo, muy inteligente, pues tuvimos una discusión matemática y ella resultó
ganadora; vale aclarar que son mi pasión los números y los balones de fútbol
como de ella los dibujos.
Si bien yo no podía entenderla ella miraba mi boca y parecía que comprendía
lo que yo hablaba, me leía los labios; de allí el título de mi trabajo.
Jessica se graduó en el año 2010 en la especialidad de Electrónica, y tiene
actualmente 25 años; debido a su problema auditivo perdió más de un grado; esto
es complejo porque mientras muchos de los que estamos sanos desaprovechamos lo
que tenemos y malgastamos nuestro tiempo en cosas pasajeras, dejando de lado lo
realmente importante, como la educación y el desarrollo de una conciencia
crítica que son la base para un mejor futuro, ella tuvo que soportar la
mediocridad del sistema educativo.
Luego de graduarse Jessica decidió tomarse un año de descanso, pues no
es fácil con 22 años de edad sin nunca antes desviar su camino de la casa al
colegio y del colegio a la casa, ir a conseguir
trabajo; alguna vez doña Sonia Cardozo, mi madre, propietaria de un
salón de belleza en el barrio Juan Grande, su actual jefe, vio su gran
capacidad artística, pues dibuja de una manera excepcional; pocos cuentan con
esas capacidades; mi madre vio el gran talento que tiene Jessica y decidió
darle trabajo en su negocio, como manicurista.
Jessica empezó a trabajar en el salón de mi madre desempeñando de una
manera sobresaliente su labor y destacándose en lo que a ella le gusta,
dibujar, dibujar en las uñas de las señoras que vienen al salón de mi madre a
veces a desahogarse, a “conversar” o a arreglar el país supongo, pero también arregla
las uñas de los hombres que no tardaron en fijarse en su belleza, así que rápidamente
tuvo más de un pretendiente; si en el colegio escaseaban ahora abundan.
Esto es muy gracioso; los machos mas machos de todos haciéndose
manicure, que parece una costumbre femenina, pero con tal de contemplar la
belleza de Jessica esto deja de importarles.
Con el tiempo la manicurista fue cogiendo fama, no sólo por su trabajo sino por su belleza, hasta el punto
de que muchas de las señoras y de los meros machos esperan su turno para que
ella y solo ella los atienda.
Sus ingresos han aumentado últimamente gracias a que las señoras llaman
a sus vecinas quienes mientras esperan, hacen un verdadero “socio-análisis” de
sus entornos mostrando lo que es nuestra sociedad; así tenemos que lo que para
los hombres es la cancha de tejo, para las mujeres es el salón de belleza; hay
hombres que justo antes embellecerse las manos ocultan sus argollas de
matrimonio, se ponen sus mejores ropas y lociones para estar sentados durante
más de 30 minutos frente a la manicurista pretendida; dejan grandes propinas, o ricos chocolates,
pues Jessica suele compartirlos conmigo; a veces pienso que el dinero que
invirtieron en esos regalos serviría para el desayuno o las onces de sus hijos,
pero todos quieren demostrar el poder que les da el dinero. Ella dice que eso
no le importa, que quiere a alguien humilde que no aparente lo que no es, que
la acepte con su diferencia, sin embargo hasta el momento no ha llegado ese
hombre.
Es difícil encontrar a alguien que la conquiste de esa manera; es complicado
porque todo el mundo sueña con el dinero para comprar una moto, un carro, o mejor
aún, una lujosa camioneta que no pase desapercibida en ningún lugar; ella no se
fija en eso sino en lo que haya en la cabeza y en el corazón de la persona, aunque
suene a frase de poeta romántico.
Pasando a la parte triste de la historia, me contó que sufrió del
llamado MATONEO ESCOLAR en gran parte de la primaria e inicios del
bachillerato, pues sólo hasta que llegó a octavo la empezaron a respetar, o por
lo menos dejarla quieta; con lágrimas en los ojos me contó cómo una profesora
le decía “bruta” por no saber factorizar en grado octavo, cuando en realidad
nunca le entendió algo, primero por la letra de la profesora, y segundo porque
le tocaba sentarse en la parte de atrás del salón.
Su madre preocupada por esta situación buscó ayuda en los directivos del
plantel educativo, y no llegaron a otra solución que sentarla en los puestos de
adelante, dialogar con la profesora de matemáticas para que entendiera que no
todo el mundo gozaba de la “superioridad mental” que su Dios le había
concedido.
En las clases de dibujo técnico sobresalió porque siempre le ha gustado
dibujar; me prestó un cuaderno que tiene desde grado sexto y vi unos dibujos
que yo no podría hacer tan fácilmente como ella lo hace ver; Jessica posee un talento
natural como el que tiene Messi con el balón, Slash con la guitarra, los
gobernantes con los recursos del pueblo y en este caso Jessica con los colores.
Le pregunté por sus sueños, dijo que siempre había soñado ser como su
profesora de dibujo pero la escases de dinero y lo difícil que se le hace que
le entiendan, fue lo que no la dejó realizarse como ella quería.
En este caso vemos una sociedad discriminadora aunque en el colegio nos
enseñan a ver a todos de la misma manera, sabemos que la mejor educación es el
ejemplo, y si los profesores y el mismo sistema hacen MATONEO, ¿Qué esperamos
de los compañeros? Creo que Jessica es un claro ejemplo de que, “querer es
poder” o si lo prefieren de que “nada es imposible”; así que no hay excusa para
no intentarlo.
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