miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA CÁRCEL, FANTASMA DE LA MEMORIA

Por Madeleine Orjuela y Yineth Ramírez

Toda ciudad tiene sus historias; unas interesantes llenas de heroísmo y luchas,  otras que tienen algo que esconder, misterios que resguardan la memoria. Este trabajo tiene como objetivo recordar la fuga de presos ocurrida en el año 1993 en la  Cárcel del Circuito de Duitama, hechos que marcaron huella en las personas que habitan en los alrededores.
Se recolectó información mediante encuestas y entrevistas; éstas nos brindaron datos que develan los misterios que se relatarán más adelante; porque desde sus comienzos fueron parte en la construcción de la memoria oscura y generaron su propia historia.
En 1.539, con la llegada de los  españoles, quedaron algunas leyendas cuyos protagonistas fueron los pobladores que habitaron estas tierras. Una de las leyendas que ha sobresalido es la de los cuartos y huecos subterráneos que utilizaron los españoles  para torturar y castigar a los indígenas que sabían de yacimientos de oro, y que negándose a entregarlos, por respeto a sus dioses y al Cacique Tundama, tuvieron que pagar con sus vidas. De allí que se puede decir que hubo una prisión o cárcel en la época de la conquista, en el terreno de lo que hoy en día es la ciudad de Duitama… lo anterior lo dice la página del INPEC[1].
La cárcel municipal de Duitama, tuvo sus comienzos en una parte del edificio que luego fue acondicionado totalmente para tal propósito; a partir  de 1.950 cruzó por la imaginación de la ciudad  y de los habitantes del municipio, darle más uso a este espacio y así darle fin a la ola de eventos delictivos que comenzaron a suceder en el país ante la ineficacia del Estado; era fácil por parte de los delincuentes escapar a la persecución de la justicia, ya que no existían instrumentos jurídicos debidamente formados. La prisión terminó de construirse en 1960 después de la adecuación de dicho edificio.
La cárcel está ubicada en la carrera 16 con calle sexta. Al oriente se encuentra la avenida Kennedy, al sur el Cementerio de la ciudad; por la parte occidental se encuentran los barrios las Américas y Primero de Mayo y al noroccidente la glorieta del cementerio y el barrio La Fuente.
Una de nosotras vive en el barrio Las Américas; a media cuadra de la casa se encuentra una pared de 5 o 6 metros de altura con una maya que cubre parte del cielo como un techo que deja filtrar la luz del sol por pequeños huecos como si estos racionaran el calor del astro rey; es difícil saber qué es lo que se encuentra al otro lado de esos muros. ¿Celdas? ¿Seres humanos privados de su libertad? ¿Guardianes? Es la cárcel de la ciudad.
La señora Teresa Rodríguez nos comentó que el lote fue donado por la señora Rosa Rodríguez al municipio; dicen que ella tenía mucho dinero del producto de la venta de chicha; suponemos que en esa época debió ser muy rentable el negocio. Igualmente donó los lotes donde se encuentran el colegio Seminario, el Ancianato y el Cementerio; imaginamos que fueron indulgencias o actos de fe.
A los 7 años se me ocurrió preguntarle a mi madre qué era ese lugar; ella me contestó: “esa es la cárcel de la ciudad, allí van todas las personas que son privadas de la libertad por muchas causas” a lo que le respondí: “¿La cárcel? ¿Por qué vivimos tan cerca?”. Bueno tal vez porque mi padre había comprado el lote sin imaginar que íbamos a ser vecinos de los presos.
Los vecinos del sector han pasado varios oficios a la alcaldía para que la cárcel sea trasladada a otro lugar, lejos de los barrios donde no representen ningún peligro para la seguridad de los ciudadanos, pero las peticiones no han sido escuchadas y los vecinos tuvimos que aprender a convivir con los presos.
Desde hace días, hemos  venido consultando a algunos vecinos sobre acontecimientos que hayan puesto en peligro la paz y la convivencia del barrio; así que nos hemos  encontrado con la sorpresa de varios hechos que a veces hacen pensar en que sería buena idea cambiarse de vivienda.
Se han tratado de escapar los presos varias veces pero una de esas escapatorias es tal vez la que más llama la atención de los vecinos por lo impresionante que llegó a ser. En 1993,  cinco presos trataron de escapar de la cárcel saltando la pared; pero estos presos no sabían que la caída libre era casi que mortal; para esa época no tenía maya y medía más de tres metros. Dos de los cinco presos quedaron allí, tirados en el andén de la cárcel; se fracturaron los tobillos y las piernas; los otros tres corrieron hacia el barrio La Fuente, donde con ayuda de la policía fue capturado uno, y los otros dos en el Parque del Carmen.
Para los vecinos de la cárcel todo fue un caos porque en el momento que sucedieron los hechos algunos padres llevaban a sus hijos al colegio; le preguntamos a Gloria Ramírez sobre lo ocurrido y ella contestó que se enteró por su madre, ya que ella se encontraba en el colegio.
En una noticia del periódico El Tiempo, “NULLVALUE”comenta otro hecho que perturbó la tranquilidad de los ciudadanos cercanos al lugar. Ocurrió en el año 1997, cuando un grupo de internos de la cárcel de Duitama se amotinó en protesta por la decisión de trasladar a tres reclusos a la penitenciaria nacional “El Barne” ubicada a 15 kilómetros de Tunja. La revuelta comenzó en la mañana cuando un grupo de internos subió al techo del penal con la intención de fugarse. Pedían la revisión de sus procesos y el mejoramiento de las instalaciones carcelarias.
Cuenta el periódico que al medio día, “la situación se agravó al producirse una controversia entre los internos de los patios uno y dos, cuando algunos intentaron pasarse de uno al otro. En la confusión, algunos de los malhechores ingresaron a la parte administrativa, destruyeron algunos televisores y robaron máquinas de escribir y equipos de oficina que hasta el momento no han sido recuperados. La Policía rodeó el penal para evitar que los presos se escaparan y proteger a los empleados de la cárcel que se encontraban en la parte administrativa. Varios reclusos tenían armas corto-punzantes; sin embargo, durante el motín sólo se presentaron algunos heridos. Los internos llegaron a un acuerdo con los directivos de la cárcel, en el cual las autoridades del penal se comprometieron a impulsar una reforma a los procesos jurídicos de los 163 reclusos que permanecen en la institución y a re estudiar la orden del Inpec de trasladar a los internos a la cárcel El Barne”[2].
En una entrevista, uno de los guardianes de la prisión nos relató dos historias que le han impactado trabajando aquí. Una de ellas es la de un padre que asesinó al amigo de su hijo por salvarle la vida a su hijo y ahora ambos pagan una condena. La segunda es la historia de un convicto capturado por problemas de drogas y ya estando en prisión siguió con el mismo vicio y un día estando en su celda cogió una sábana y se ahorcó. La frase con la que resume toda su experiencia trabajando en una prisión es la siguiente: “los valientes están en el cementerio y en una prisión”.
Otra entrevista que realizamos fue al profesor Eliécer Nova quien durante muchos años ha tenido la experiencia de desarrollar un proyecto que consiste en llevar a unos estudiantes a la prisión; el profesor Eliécer se propone hacer que los estudiantes se enfrenten a una situación demasiado humana para que saquen conclusiones sobre lo que significa vivir y aprovechar las oportunidades; los estudiantes tienen que llevar elementos de aseo y preparar actividades lúdicas y culturales; se espera que los jóvenes tomen conciencia sobre las consecuencias derivadas de los actos delictivos. El profesor Eliécer concluye lo siguiente luego de numerosas visitas: “los presos comentan muchas vivencias de su situación, hay algunos que manifiestan su arrepentimiento y sus deseos de cambiar, y otros que a pesar de estar arrepentidos son conscientes de que si salen de allá vuelven a delinquir porque la sociedad  los tilda de delincuentes y asumen ese rol”.
Es interesante descubrir que lo que nosotros tenemos diariamente, es lo que los reclusos anhelan más que otra cosa: la libertad. También es triste saber que dentro de esas paredes existen artistas talentosos, pero que al salir, al ver que la sociedad los rechaza, no les queda otra opción más que hacer lo que saben hacer.
De más está decir que a pesar de ser vecinos de los presos no se han presentado desde hace tiempo otros intentos de fuga y se vive en una relativa calma. Pero no cabe duda de que es un poco incómodo pasar todos los días cerca de aquellos muros y tratar de convencerse de dos cosas, la primera, de que la seguridad ha mejorado y que no hay posibilidad de una nueva fuga; y la segunda, que son seres humanos los que están allí, y que algunos de ellos son producto de un sistema desigual e injusto que no le ofrece las oportunidades a todos por igual, así que muchos de ellos seguramente son criminales porque el mundo de hoy exige dinero pero el gobierno no ofrece trabajo digno, ni derechos para todos, y que por tanto algunos siguen el camino del crimen para mejorar su calidad de vida. Terminamos con una pregunta que resume lo anterior ¿Cuántos corruptos de esta ciudad estarán presos aquí? A ellos les darán casa por cárcel seguramente…


 [2] Tomado eltiempo.com 2 de agosto de 1997 Autor NULLVALUE

No hay comentarios:

Publicar un comentario