jueves, 7 de noviembre de 2013

VAYA A LA TIENDA…

Por Julián David Corredor Cely
Esta crónica la realicé con el fin de mostrarle a mis compañeros y a ustedes como es la vida de las tenderas de la Ciudadela Industrial.
Las tiendas de la Ciudadela Industrial son cuatro: Tienda JCV de Nubia Cely, Tienda Industrial de Claudia Corredor, Tienda y parador Gallina Criolla de Patricia y Rosalba Salamanca y Tienda Canchas Mini-Tejo de Sonia Guevara.
Hacia el 2003 la señora Claudia Corredor empezó a construir la tienda pidiéndole ayuda a su padre Gonzalo Corredor y a su esposo Raúl Granados, pero este dijo que primero harían la construcción de su casa y luego sí la inversión en la tienda. Empezaron a construir una casa de tres pisos con terraza incluida con muchas dificultades económicas. Terminaron su gran objetivo, construir su casa en obra gris, luego enchaparon solo el primer piso y luego hicieron el gran sueño de Claudia: su tienda; ahora ella podía ayudarle económicamente a su esposo Raúl.
Fueron pasando los meses y el éxito de Claudia con su tienda era muy bueno; en el 2004 la señora Nubia Cely con su esposo Néstor Corredor y sus dos hijos, presentaban una gran crisis económica, ya que Néstor no tenía trabajo y Nubia había estudiado secretaría, pero no ejerció su profesión para dedicarse a cuidar a sus hijos y elaborar los oficios de la casa. En una discusión familiar, Néstor propuso crear una tienda, así mientras el conseguía trabajo ayudaba en la tienda.
Ellos vivían a lado de la casa de Claudia, pidieron un préstamo al padre de Nubia y construyeron la tienda muy rápido. Después de un tiempo ciertas “emociones” agobiaban a Claudia porque la gente también entraba a la tienda de Nubia.
Ese mismo año, se volvió a abrir la tienda más antigua de la Ciudadela; Cafetería Industrial, que había cerrado por la muerte de la tendera, doña Rosa Guevara; pero un día que volvió Sonia Guevara, su hija, heredera de esta propiedad; la reconstruyó y la volvió a abrir, cambiándole el nombre, luego de seis años, y ahora se llama Canchas Mini-Tejo.
Hacia el 2009, Patricia Salamanca buscaba un local que arrendaran frente a la Ciudadela Industrial, y lo encontró justo a una casa de diferencia de la tienda de Nubia y Claudia. Empezaron a traer todo lo necesario para abrirla, primero los estantes de la cerveza y de la gaseosa, el congelador, y otras cosas más… pero se les ocurrió la maravillosa idea de no solo vender cerveza y gaseosa, sino también pasteles y gallina. Pasaron unos meses y el éxito de este parador de comida, como también la tienda de Nubia y Claudia aumentaba, pero el parador Gallina Criolla se fue reconociendo ya que la gente no tenía donde  almorzar y decidieron cambiar el arroz y la ensalada, por una presa de gallina, consomé, unas papas saladas y una cerveza o gaseosa bien frías.
Hoy cuatro años después, las cuatro tiendas son muy reconocidas en la ciudadela industrial, aunque estas aún no entiendan que cada una de ellas tiene sus propios clientes; a mí esta situación me parece muy graciosa; por ejemplo podemos ver que si una tienda pone una promoción, las otras tres la ponen con el mismo precio o menor; porque como dicen por ahí: A todo colombiano le gusta ir donde es más barato.
La gente va a tomar más que todo el viernes en la noche y el sábado al medio día, quizás tomando se olviden de sus problemas y dificultades; otros disfrutan con sus amigos fechas especiales como cumpleaños, navidad, año nuevo entre otros, e incluso bebiendo se reconcilian. No todo es felicidad, ya que algunos clientes están borrachos y gritan a las tenderas, y ellas tienen que aguantar sus cantaletas, llamar a sus familiares para que los recojan o incluso mandarlos en un taxi de lo embriagados que están. Algunas veces niegan la cuenta, niegan todo lo pedido estos borrachitos de barrio, y las tenderas sí trasnochándose hasta las 10 u 11 de la noche, y lo peor de todo es que a veces ellas no pueden salir con sus familiares por quedarse atendiendo.
Las tenderas me contaron algunas anécdotas que no son simples palabras sino están basadas en hechos reales; la que más me impactó fue la de doña Nubia Cely:
-“Un día llegaron a mi tienda tres señores llamados Jorge, Zamír y Fabián, muy amigos míos, de la empresa IDEA de la ciudadela industrial, como a la 1 de la tarde llegaron y era un sábado. Recuerdo que fue en el 2008. Hicieron su pedido y empezaron a beber. Bebiendo les dieron las 7:30 de la noche y los tres estaban muy ebrios. Fabián apuraba a Zamír para irse ya que tenían que coger un bus para regresar a casa. Cancelaron la cuenta y yo les dije que si les llamaba un taxi, pero solo me respondieron que no, ya que iban para Tunja. Jorge se quedó sentado en la silla solo, y Zamír y Fabián se despidieron pero cuando cruzaban la calle, un autobús de la empresa Cotrachica se acercaba muy rápidamente… Zamír vio que venía el autobús así que se retrocedió e intento halar a Fabián para rescatarlo, pero ya era muy tarde… Fabián estaba a unos cuantos metros de él, pero detrás de esta buseta venía un carro pequeño y atropelló a Fabián… no pararon ni el carro ni el bus. Los amigos y el resto de la gente cercana fueron a ayudarlo mientras que yo llamaba una ambulancia muy angustiada, pero cuando llegó la ambulancia ya era demasiado tarde, Fabián había muerto; Zamír estaba vivo de milagro. No fui capaz de ir a verlo, solo un policía se acercó a mi tienda a que le hiciera el favor de regalarle una sábana para tapar el cuerpo, fue tan feo ese momento para mí, ya que si yo no los hubiera dejado ir de la tienda, o les hubiera llamado sus familiares no hubiera sucedido absolutamente nada.”-
Las otras tenderas compartieron el incidente así como tuvieron que aprender a compartir los clientes porque son vecinas. En estos lugares se ve lo que es un barrio, su cotidianidad y el tiempo que pasa… Dejo hasta aquí porque me toca ir a hacer un mandado a la tienda.


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