Por Juan David Cuevas
Santisteban
En una de las clases de la
profesora Aminta Rodríguez me acordé de la casas de mis abuelos; ella nos contó
que en un principio los indígenas y aborígenes latinoamericanos, utilizaban el
adobe como el elemento básico para la construcción de sus viviendas; este
elemento era elaborado con barro, piedras, pasto seco y estiércol de caballo,
para que las casas quedaran protegidas del viento y del frío. Y
Según cuenta mi madre, esta técnica
para hacer las casas, existe en las zonas rurales de algunos municipios
boyacenses, pero poco a poco se han venido reemplazando por las de bloque y
algunas en ladrillo; esto debido a la presencia de carreteras que han
facilitado el transporte, y por ende el despoblamiento del sector rural. En
nuestro departamento, todavía hay casas
en adobe muy antiguas; es interesante pensar que es el departamento con mayor
número de campesinos y que sus casas son de adobe. Estas casas han sido
demolidas en las ciudades para dar paso a los grandes edificios.
En la provincia de Norte[1] y
Gutiérrez[2] por
ejemplo, aún se encuentran vestigios de estas construcciones; en el sector
rural para delinterar sus propiedades, los campesinos han construido extensos
tramos de cimientos de piedra, que al observarlos hoy, dejan ver el paso de la
historia y el arduo trabajo de las gentes de aquella época.
Al hacer el recorrido
por los admirables lugares de aquellas tierras, observamos
cómo en el municipio de Susacón, esos mismos cimientos que en un principio eran
sólo de piedra, hoy en día, han utilizado una mezcla de cemento y arena con el
fin de darle mayor firmeza y seguridad.
Me interesó estudiar y analizar
la arquitectura de los cimientos de piedra y las casas en adobe de la finca de
mi abuelo que está ubicada en la zona del norte, en la parte nor-oriental de
Boyacá, cómo allí los campesinos
protegían sus casas y cultivos con cimientos de piedra. También para
resaltar cómo se construyeron e iniciaron las grandes ciudades actuales y
modernizadas.
El pueblo de San Mateo se
encuentra ubicado en la provincia del Norte de Boyacá y para llegar hasta allí
hay que cruzar los pueblos de Santa Rosa, Cerinza, Belén, Susacon, Soata
Boavita y La Uvita.
Este es un
horno para cocinar ladrillo y teja, que se ha derrumbado con el pasar del tiempo. Está ubicado en la vereda de
Peñuela y fue construido por mi abuelo y mi bisabuelo.
Tiene la forma de una
habitación de tres metros de ancho, cinco metros de fondo y tres metros de
alto. Para quemar el ladrillo, se carga el horno con los ladrillos crudos, ubicándolos en forma de
“n”, dejando en el centro el espacio correspondiente para colocar la madera,
que son bigas grandes, que se quemaran durante tres días que dura la cocción
del ladrillo, después se deja enfriar tres días y se descarga el horno.
Una de las causas que llevó a
mi abuelo a hacer los cimientos en piedra, fue proteger su casa, su parcela,
sus animales y su familia. Además mi abuelo me contaba que para hacer los cimientos
en piedra se necesitaban muchos obreros porque para hacer tres metros de
cimiento; se gastaban mínimo dos días con un solo obrero. Para hacer todo el
cimiento se gastaron seis meses. El largo de este cimiento es de
aproximadamente 1000 metros, con una altura de metro y medio y tres metros de
ancho.
Para hacer todo el cimiento mi
abuelo sacaba la piedra de la quebrada y de la finca y para cargar la piedra la
ponían en una rastra[3] de
bueyes. Aseguraba mi abuelo que eligió
la piedra por su firmeza y que duraba mucho tiempo. Este trabajo se inició
alrededor del año 1965 con ayuda de tías, familiares, obreros y vecinos.
Cimiento principal bordea el
camino real.
Según los relatos de mi abuelo
y de mis tías para hacer la casa se necesitaron, adobe[4], piedras
y un poco de cemento; se comenzó a construir alrededor del año 1963 y 1964, el
área de la casa es de aproximadamente
100 metros cuadrados.
Durante la construcción de la
casa: las bases están hechas en piedra y una mezcla de cemento y arena, luego
lleva una estructura o sócalo en el que se
colocaron piedras grandes pegadas a la vista, fijadas con la misma mezcla de cemento y arena; a continuación de
este sócalo se pegó el ladrillo, el techo se hizo con teja de barro y en el
cielorraso de la casa se instaló caña
brava.
Para hacer la cocina, las
paredes laterales y la pared del fondo, se hicieron con solo adobe, y la frontal,
con caña brava; para el techo se usaron caña brava y teja cocida, y la fogonera
está hecha con adobe; para poder cocinar en él, se le ponen palos de madera.
Toda la casa se construyó con obreros y la colaboración de familiares y amigos.
Lado posterior de la cocina Pila de teja cocida.
Creo que hay que empezar a valorar el trabajo de nuestros
antepasados campesinos, porque ellos saben muchas cosas que nos ayudan a vivir
con el medio. Es triste saber que esta hermosa tradición y cultura de construir
así se ha perdido y se perderá con el pasar de los tiempos.
Debemos apreciar con gran
sentimiento estas huellas y joyas del
pasado y hay que sentirnos orgullosos de tenerlos en nuestros predios; estoy
seguro que ayudaré a conservar y cuidar esta tradición en mi familia.
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