miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL COMPUTADOR DE MI ABUELITA

                                                                       Por Mauricio Avella

El padre de mi abuelita, don Diógenes Ramón González Becerra, era hijo único, heredero de una gran fortuna y de casi toda Duitama. Sus fincas limitaban con Paipa y Santander y era dueño de todo el páramo de la Rusia. Allí tenían ganado y cazaban pumas.
Pero quedó huérfano muy joven, y la verdad es que era un poco inexperto en el tema de los negocios.
En 1920 contrajo matrimonio con Arcelina González, y tuvieron nueve hijos.
María Lina González González, mi abuelita, nace el 6 de septiembre de 1935, en Duitama. Siendo la sexta de nueve hermanos.
Cuando mi abuelita era niña, Duitama era un pueblo pequeño, y no sólo pequeño sino agrario, no existían tabletas, Smartphone, televisión y mucho menos la energía eléctrica.
Mi abuelita y sus hermanos que no eran pocos, se divertían con los oficios del campo, pues siempre vivieron en el campo; ellos sembraban hortalizas, caminaban al río Chiticuy que en ese entonces era potable y apto para bañarse; cuenta mi abuelita: “nosotros  colgábamos lazos de un árbol que pasaba de una orilla a otra del río y nos balanceábamos; era lo máximo”. Sin embargo debo decir que una de las cosas que más le gusta a mi abuelita es la literatura; ella me dice que a la edad de 10 años empezó a leer Las mil y una noches, y que antes de irse a dormir se entretenían con los cuentos que la hermana mayor, a la luz de una vela, les contaba.
Otra de las pasiones de mi abuelita eran los famosos Cuentos de los hermanos Grimm; ella cuando ahorraba dinero y su padre viajaba a Bogotá, le pedía el favor de que le comprara una lista de libros de fantasía, que siempre ha sido su tema preferido; cuando mi abuelita y sus hermanos se enteraron de que los Cuentos de los hermanos Grimm estaban siendo transmitidos por la radio, no dudaron en pedirle a sus padres una planta eléctrica, y fue la primera planta eléctrica a gasolina que hubo en la vereda, y una de las primeras de Duitama; a partir de ese entonces, en la casa  se reunía gente en las noches para tomar, bailar, escuchar radio y platicar.
En el año 1953 compran entre todos una máquina de escribir importada, la cual demoró dos meses en llegar por barco; esta máquina es de marca HALDA,  que hoy todavía se conserva en la casa; pero la única que aprendió rápido y con facilidad a escribir fue mi abuelita.

En esta máquina empezaron a escribir un diario; hoy todavía está en la casa y pienso que muy pocas familias han hecho algo parecido. Desde esas épocas y hasta el día de hoy mi abuelita ha sido una constante escritora y muy amiga de las letras.
En ese mismo año, mi abuelita escribió su primer cuento, llamado El castillo misterioso; tardó aproximadamente 3 meses en hacerlo, “era un poco inspirado en las mil y una noches” cuenta mi abuelita.
Aún recuerdo que en las tardes se escuchaba el golpeteo de las teclas en el rodillo de aquella vieja máquina de escribir, que ya empezaba a fallar un poco.
pero un día mi padre la sorprendió, pues de cumpleaños le regaló un computador, era grande y tenía un teléfono arriba, una versión que en mis 7 años jamás había visto, pero tardamos más en traerlo de foto Japón en el 2005, que ella en cogerle el tiro.
Hoy en día mi abuelita con ya 77 años, se levanta todos los días a las 4:00 am a ordeñar sus vacas, pues es una tradición tenerlas; les alista el alimento, las “manea” y les saca la leche de una forma muy impresionante, ya que es un oficio un poco pesado.


No hace mucho, y sobre todo los días que no hay clases, le ayudo a ella en este oficio; hacemos carreras en el ordeño y siempre me gana.
Pero después del ordeño y darle desayuno a los perros, ella permanece en su cuarto y comienza a escribir; dice que el computador cansa mucho los ojos, y por eso, a veces se pone a escribir a mano.

En los últimos dos años mi abuelita escribe en un portátil todos sus cuentos; ella dice que es como una máquina de escribir mas práctica, pero que echa de menos su maquinita de escribir pues pasaron muy buenos momentos con ella y sus hermanos. Entonces mi abuelita escribe cuentos muy poderosos sobre fantasía; ella quiere publicarlos y ser una escritora reconocida.
Algunos cuentos son:
El gallito mágico, Martica 1, Martica 2, Martica 3, Dos vidas, El peregrino, La princesa y el ogro, Doña Regina de Arismendi.
Y los cuentos de este año son:
El hijo de Luzbel, La hija de las brujas
Para finalizar quiero recordarles  algunas palabras de mi abuelita:
“tengo un computador mágico que con solo sentarme ante él comienza a contarme cuentos.”

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