miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL TERMINAL DE TRANSPORTES: MEMORIA DE AQUELLOS TIEMPOS

Por Deisy Yurani Ramírez Montoya

Quizás la memoria y la historia deben llegar a los habitantes mientras recorren las calles y los lugares interesantes de su barrio. Cada rincón es pieza del rompecabezas que forma  el  pasado, que perdura en la memoria de los antiguos habitantes.

Este artículo lo hice con el fin de conocer más acerca de la historia de mi barrio y sus alrededores, ya que me parece muy importante saber más  de los lugares que recorremos a diario  y quizás así crear una imagen de lo que fue el pasado; lo hice con la ayuda de algunos antiguos habitantes y sus historias que reflejan la realidad de aquellas épocas; realicé algunas entrevistas que me ayudaron a viajar al pasado y conocer los lugares que hoy en día ya no son los mismos.

Recorriendo las calles de mi barrio (la terminal) decidí volver en el tiempo para conocer su historia; decidí basarme en la historia de tres personas que  viven hace mucho tiempo en este barrio; debo aclarar que no hace mucho tiempo vivo aquí, y que quizás por esa razón hago parte más de su presente que de su pasado.


  
Una tarde de diciembre del año 2012 estaba yo esperando a que llegara Waldina Rojas de Bonilla, una habitante de mi barrio, que lleva viviendo  aquí desde la  década de los 70; ella cuenta que el señor Demetrio Suárez donó al municipio un lote que era de su propiedad, para construir allí la antigua plaza de mercado. Las personas que vendían sus productos en la plaza pagaban un impuesto por el lugar que ocupaban; las personas de las veredas cercanas bajaban a vender sus productos; ellos buscaban la mejor manera de  llegar, ya que el transporte no hacía parte de la ciudad.

La imagen muestra la antigua plaza de mercado de Duitama, que estaba ubicada en lo que hoy se conoce como la terminal[1].

Después de un tiempo se tuvo la idea de construir el Terminal en el lugar en el que se encontraba la plaza de mercado, ya que se vio la necesidad de trasportar a los habitantes a  diferentes  lugares; en ese tiempo también funcionaba la estación del tren que está ubicada en lo que hoy se conoce como “la 20”, en el cual se efectuaba el trasporte de pasajeros y de productos.

La imagen que se observa, aunque no es de la ciudad de Duitama, la utilicé para dar un ejemplo de algunos de los buses que se empezaron a utilizar en esta época[2].

Después se crearon algunas empresas de trasporte y aumentó el trasporte de personas a sus destinos; me cuenta doña Amparo Rojas que vivió aproximadamente 60 años en el terminal, que las primeras empresas que empezaron a trasportar personas eran y son, “Rápido Duitama”, ”Coopetrans”, ”Transbolívar” y ”Cootrans”, que viajaban hacia Norte de Santander. Se le ha dedicado un lugar a la Virgen del Carmen (patrona de los conductores) en el terminal; cada año se realizan unas fiestas en honor suyo ya que ellos creen que los protege de cualquier peligro.

Mientras que el tiempo pasaba, los alrededores  eran potreros; había muy pocas casas en las que se encontraban hoteles y restaurantes; las calles eran más anchas y los andenes eran más bajos; dice doña Amparo Rojas que “las calles antiguamente eran rusticas y que el acueducto no existía en esa época”. Algunas de las construcciones todavía se encuentran, el edificio donde está  “Freijolandia” y el hotel “El Faraón”. Por la calle 19 se ubicaban pequeñas ventas de manzanas y peras, las cuales se ponían en toldillos; doña Amparo Rojas cuenta que “la venta de frutas siempre ha existido en el terminal; al principio se vendían en casetas rusticas”. Afirma doña Waldina que “antiguamente la gente era muy católica y no se veían los peligros que encontramos en estos tiempos”; la gente tomaba licores tradicionales como la chicha y el guarapo, bebidas que eran preparadas por personas muy limpias; algunos de estos lugares se encontraban en la carrera 19 frente al terminal.

Doña Amparo Rojas me afirma que “la gente antiguamente era muy humilde y vestía  con alpargatas, sombrero, ruana, faldas anchas y delantal”; como se acostumbraba en esa época las mujeres se encontraban en las casas cocinando y los hombres trabajando.

Otra tarde un poco nublada fui a buscar a don Jaime Ducuara en su lugar de trabajo; él me cuenta que “antes pasaba una quebrada por toda la carrera 18 y que ésta tal vez fue anchada para poder  crear las calles y empezó a funcionar el alcantarillado de la ciudad”. También me cuenta que “por la calle 15 bajaba otra quebrada que también fue anchada[3] para poder crear la cañería”.

El depósito de cerveza andina se ubicaba en lo que hoy es el hotel  “Hisca” en la carrera 19 con 17; “Mi Placita”, lugar donde se vendían toda clase de granos, se encontraba ubicado en lo que hoy es el edificio   “Los Vegas”. En una casa ubicada en la carrera 18 con 16 se encontraba antiguamente  una carnicería, luego pasó a ser parte de la empresa de Cooflotax en la cual se encontraban las oficinas; pasó a ser un almacén y es ahora  la casa en la que vivo actualmente.

Lo poco que yo he visto de la trasformación de mi barrio es que en la terminal de trasporte han cortado algunos árboles para agrandar la entrada ya que esta era muy pequeña. Al lado de mi casa se encontraba una casa muy vieja la cual fue vendida y demolida; allí se construyó un gran almacén el cual es conocido como “Tierra Santa”.

Las calles fueron pavimentadas y los andenes se construyeron más altos y anchos; también se empezaron a ubicar los vendedores ambulantes por la mayoría  de las calles del terminal. Actualmente en estas calles hay mucha inseguridad y se ven más mendigos, indigentes y desplazados; el comercio ha aumentado poco a poco y los grandes almacenes han llegado a ocupar grandes espacios.

Se dice que el terminal será trasladado a las afueras de la ciudad, pero hasta el momento todo sigue igual; por el momento  los habitantes siguen llegando hasta el centro de la ciudad para poder desplazarse a diversos lugares.

Anexo la imagen nocturna del lugar. A su alrededor se encuentran diversos negocios; se ven carnicerías, hoteles, bares, casinos, pescaderías, supermercados, tiendas, vendedores de chance, asaderos, droguerías, panaderías, misceláneas y una multitud de vendedores ambulantes que venden frutas, verduras, comidas rápidas, camisetas, manteles, etc.

En la época navideña el número de vendedores aumenta al igual que las exigencias de la policía. Muchos comerciantes se ven afectados porque la invasión del espacio público al frente de sus negocios, les dan mal aspecto o les quitan clientes; el problema es que los primeros tienen que pagar arriendo mientras los segundos no. Sin embargo así es esta cuestión de ganarse la vida para sostener a la familia. Es como si el lugar les diera a todos para sobrevivir.

A través de este recorrido he podido concluir que el terminal es el pasado que nos legaron los antiguos habitantes para comenzar a construir un futuro mejor. Y que es sinónimo de viaje, de un ojala para los que se van o los que llegan, o los que habitan los cuartos de los hoteles o los que venden día a día sus sueños y esperanzas mientras el ruido de la ciudad se aglomera en los pitos y mientras cambia el semáforo. A propósito de ese ojala, los invito a que vean el video que realicé sobre el terminal.

Ese lugar que es uno de día y es otro de noche, ese hervidero humano que congrega las ansias del instante al partir o las posibilidades del regreso, cuando la ciudad diurna dormita y la ciudad nocturna abre sus fauces.  

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