Por Deisy Yurani Ramírez Montoya
Quizás la memoria y la historia deben llegar a los
habitantes mientras recorren las calles y los lugares interesantes de su
barrio. Cada rincón es pieza del rompecabezas que forma el
pasado, que perdura en la memoria de los antiguos habitantes.
Este artículo lo hice con el fin de conocer más acerca
de la historia de mi barrio y sus alrededores, ya que me parece muy importante
saber más de los lugares que recorremos
a diario y quizás así crear una imagen
de lo que fue el pasado; lo hice con la ayuda de algunos antiguos habitantes y
sus historias que reflejan la realidad de aquellas épocas; realicé algunas entrevistas
que me ayudaron a viajar al pasado y conocer los lugares que hoy en día ya no
son los mismos.
Recorriendo las calles de mi barrio (la terminal)
decidí volver en el tiempo para conocer su historia; decidí basarme en la
historia de tres personas que viven hace
mucho tiempo en este barrio; debo aclarar que no hace mucho tiempo vivo aquí, y
que quizás por esa razón hago parte más de su presente que de su pasado.
La imagen muestra la antigua plaza de mercado de
Duitama, que estaba ubicada en lo que hoy se conoce como la terminal[1].
La imagen que se observa, aunque no es de la ciudad
de Duitama, la utilicé para dar un ejemplo de algunos de los buses que se empezaron
a utilizar en esta época[2].
Después se crearon algunas empresas de trasporte y aumentó
el trasporte de personas a sus destinos; me cuenta doña Amparo Rojas que vivió
aproximadamente 60 años en el terminal, que las primeras empresas que empezaron
a trasportar personas eran y son, “Rápido Duitama”, ”Coopetrans”, ”Transbolívar”
y ”Cootrans”, que viajaban hacia Norte de Santander. Se le ha dedicado un lugar
a la Virgen del Carmen (patrona de los conductores) en el terminal; cada año se
realizan unas fiestas en honor suyo ya que ellos creen que los protege de
cualquier peligro.
Mientras que el tiempo pasaba, los alrededores eran potreros; había muy pocas casas en las
que se encontraban hoteles y restaurantes; las calles eran más anchas y los
andenes eran más bajos; dice doña Amparo Rojas que “las calles antiguamente
eran rusticas y que el acueducto no existía en esa época”. Algunas de las construcciones
todavía se encuentran, el edificio donde está “Freijolandia” y el hotel “El Faraón”. Por la
calle 19 se ubicaban pequeñas ventas de manzanas y peras, las cuales se ponían
en toldillos; doña Amparo Rojas cuenta que “la venta de frutas siempre ha
existido en el terminal; al principio se vendían en casetas rusticas”. Afirma
doña Waldina que “antiguamente la gente era muy católica y no se veían los
peligros que encontramos en estos tiempos”; la gente tomaba licores
tradicionales como la chicha y el guarapo, bebidas que eran preparadas por
personas muy limpias; algunos de estos lugares se encontraban en la carrera 19
frente al terminal.
Doña Amparo Rojas me afirma que “la gente antiguamente
era muy humilde y vestía con alpargatas,
sombrero, ruana, faldas anchas y delantal”; como se acostumbraba en esa época
las mujeres se encontraban en las casas cocinando y los hombres trabajando.
Otra tarde un poco nublada fui a buscar a don Jaime
Ducuara en su lugar de trabajo; él me cuenta que “antes pasaba una quebrada por
toda la carrera 18 y que ésta tal vez fue anchada para poder crear las calles y empezó a funcionar el
alcantarillado de la ciudad”. También me cuenta que “por la calle 15 bajaba
otra quebrada que también fue anchada[3] para poder crear la
cañería”.
El depósito de cerveza andina se ubicaba en lo que
hoy es el hotel “Hisca” en la carrera 19
con 17; “Mi Placita”, lugar donde se vendían toda clase de granos, se
encontraba ubicado en lo que hoy es el edificio “Los Vegas”.
En una casa ubicada en la carrera 18 con 16 se encontraba antiguamente una carnicería, luego pasó a ser parte de la
empresa de Cooflotax en la cual se encontraban las oficinas; pasó a ser un
almacén y es ahora la casa en la que vivo
actualmente.
Lo poco que yo he visto de la trasformación de mi
barrio es que en la terminal de trasporte han cortado algunos árboles para
agrandar la entrada ya que esta era muy pequeña. Al lado de mi casa se
encontraba una casa muy vieja la cual fue vendida y demolida; allí se construyó
un gran almacén el cual es conocido como “Tierra Santa”.
Las calles fueron pavimentadas y los andenes se
construyeron más altos y anchos; también se empezaron a ubicar los vendedores
ambulantes por la mayoría de las calles
del terminal. Actualmente en estas calles hay mucha inseguridad y se ven más
mendigos,
indigentes y desplazados; el comercio ha aumentado
poco a poco y los grandes almacenes han llegado a ocupar grandes espacios.
Se dice que el terminal será trasladado a las
afueras de la ciudad, pero hasta el momento todo sigue igual; por el momento los habitantes siguen llegando hasta el centro
de la ciudad para poder desplazarse a diversos lugares.
Anexo la imagen nocturna del lugar.
A su alrededor se encuentran diversos negocios; se
ven carnicerías, hoteles, bares, casinos, pescaderías, supermercados, tiendas, vendedores
de chance, asaderos, droguerías, panaderías, misceláneas y una multitud de
vendedores ambulantes que venden frutas, verduras, comidas rápidas, camisetas,
manteles, etc.
En la época navideña el número de vendedores
aumenta al igual que las exigencias de la policía. Muchos comerciantes se ven
afectados porque la invasión del espacio público al frente de sus negocios, les
dan mal aspecto o les quitan clientes; el problema es que los primeros tienen
que pagar arriendo mientras los segundos no. Sin embargo así es esta cuestión
de ganarse la vida para sostener a la familia. Es como si el lugar les diera a
todos para sobrevivir.
A través de este recorrido he podido concluir que
el terminal es el pasado que nos legaron los antiguos habitantes para comenzar
a construir un futuro mejor. Y que es sinónimo de viaje, de un ojala para los
que se van o los que llegan, o los que habitan los cuartos de los hoteles o los
que venden día a día sus sueños y esperanzas mientras el ruido de la ciudad se
aglomera en los pitos y mientras cambia el semáforo. A propósito de ese ojala, los invito a que vean el video
que realicé sobre el terminal.
Ese lugar que es uno de día y es otro de noche, ese
hervidero humano que congrega las ansias del instante al partir o las
posibilidades del regreso, cuando la ciudad diurna dormita y la ciudad nocturna
abre sus fauces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario