Por Madeleine Orjuela y Yineth
Ramírez
Toda ciudad tiene sus historias; unas interesantes
llenas de heroísmo y luchas, otras que tienen
algo que esconder, misterios que resguardan la memoria. Este trabajo tiene como
objetivo recordar la fuga de presos ocurrida en el año 1993 en la Cárcel del Circuito de Duitama, hechos que
marcaron huella en las personas que habitan en los alrededores.
Se recolectó información mediante encuestas y
entrevistas; éstas nos brindaron datos que develan los misterios que se
relatarán más adelante; porque desde sus comienzos fueron parte en la
construcción de la memoria oscura y generaron su propia historia.
En 1.539, con la llegada de los españoles, quedaron algunas leyendas cuyos
protagonistas fueron los pobladores que habitaron estas tierras. Una de las
leyendas que ha sobresalido es la de los cuartos y huecos subterráneos que
utilizaron los españoles para torturar y
castigar a los indígenas que sabían de yacimientos de oro, y que negándose a
entregarlos, por respeto a sus dioses y al Cacique Tundama, tuvieron que pagar
con sus vidas. De allí que se puede decir que hubo una prisión o cárcel en la
época de la conquista, en el terreno de lo que hoy en día es la ciudad de
Duitama… lo anterior lo dice la página del INPEC[1].
La cárcel municipal de Duitama, tuvo sus comienzos
en una parte del edificio que luego fue acondicionado totalmente para tal propósito;
a partir de 1.950 cruzó por la
imaginación de la ciudad y de los
habitantes del municipio, darle más uso a este espacio y así darle fin a la ola
de eventos delictivos que comenzaron a suceder en el país ante la ineficacia
del Estado; era fácil por parte de los delincuentes escapar a la persecución de
la justicia, ya que no existían instrumentos jurídicos debidamente formados. La
prisión terminó de construirse en 1960 después de la adecuación de dicho
edificio.
La cárcel está ubicada en la carrera 16 con calle
sexta. Al oriente se encuentra la avenida Kennedy, al sur el Cementerio de la
ciudad; por la parte occidental se encuentran los barrios las Américas y
Primero de Mayo y al noroccidente la glorieta del cementerio y el barrio La
Fuente.
La señora Teresa Rodríguez nos comentó que el lote
fue donado por la señora Rosa Rodríguez al municipio; dicen que ella tenía
mucho dinero del producto de la venta de chicha; suponemos que en esa época debió
ser muy rentable el negocio. Igualmente donó los lotes donde se encuentran el
colegio Seminario, el Ancianato y el Cementerio; imaginamos que fueron
indulgencias o actos de fe.
A los 7 años se me ocurrió preguntarle a mi madre
qué era ese lugar; ella me contestó: “esa es la cárcel de la ciudad, allí van
todas las personas que son privadas de la libertad por muchas causas” a lo que
le respondí: “¿La cárcel? ¿Por qué vivimos tan cerca?”. Bueno tal vez porque mi
padre había comprado el lote sin imaginar que íbamos a ser vecinos de los
presos.
Los vecinos del sector han pasado varios oficios a
la alcaldía para que la cárcel sea trasladada a otro lugar, lejos de los
barrios donde no representen ningún peligro para la seguridad de los
ciudadanos, pero las peticiones no han sido escuchadas y los vecinos tuvimos
que aprender a convivir con los presos.
Desde hace días, hemos venido consultando a algunos vecinos sobre
acontecimientos que hayan puesto en peligro la paz y la convivencia del barrio;
así que nos hemos encontrado con la
sorpresa de varios hechos que a veces hacen pensar en que sería buena idea cambiarse
de vivienda.
Se han tratado de escapar los presos varias veces
pero una de esas escapatorias es tal vez la que más llama la atención de los
vecinos por lo impresionante que llegó a ser. En 1993, cinco presos trataron de escapar de la cárcel
saltando la pared; pero estos presos no sabían que la caída libre era casi que
mortal; para esa época no tenía maya y medía más de tres metros. Dos de los
cinco presos quedaron allí, tirados en el andén de la cárcel; se fracturaron
los tobillos y las piernas; los otros tres corrieron hacia el barrio La Fuente,
donde con ayuda de la policía fue capturado uno, y los otros dos en el Parque
del Carmen.
Para los vecinos de la cárcel todo fue un caos
porque en el momento que sucedieron los hechos algunos padres llevaban a sus
hijos al colegio; le preguntamos a Gloria Ramírez sobre lo ocurrido y ella
contestó que se enteró por su madre, ya que ella se encontraba en el colegio.
En una noticia del periódico El Tiempo, “NULLVALUE”comenta
otro hecho que perturbó la tranquilidad de los ciudadanos cercanos al lugar. Ocurrió
en el año 1997, cuando un grupo de internos de la cárcel de Duitama se amotinó
en protesta por la decisión de trasladar a tres reclusos a la penitenciaria
nacional “El Barne” ubicada a 15 kilómetros de Tunja. La revuelta comenzó en la
mañana cuando un grupo de internos subió al techo del penal con la intención de
fugarse. Pedían la revisión de sus procesos y el mejoramiento de las
instalaciones carcelarias.
Cuenta el periódico que al medio día, “la situación
se agravó al producirse una controversia entre los internos de los patios uno y
dos, cuando algunos intentaron pasarse de uno al otro. En la confusión, algunos
de los malhechores ingresaron a la parte administrativa, destruyeron algunos
televisores y robaron máquinas de escribir y equipos de oficina que hasta el
momento no han sido recuperados. La Policía rodeó el penal para evitar que los
presos se escaparan y proteger a los empleados de la cárcel que se encontraban
en la parte administrativa. Varios reclusos tenían armas corto-punzantes; sin
embargo, durante el motín sólo se presentaron algunos heridos. Los internos
llegaron a un acuerdo con los directivos de la cárcel, en el cual las
autoridades del penal se comprometieron a impulsar una reforma a los procesos
jurídicos de los 163 reclusos que permanecen en la institución y a re estudiar
la orden del Inpec de trasladar a los internos a la cárcel El Barne”[2].
En una entrevista, uno de los guardianes de la
prisión nos relató dos historias que le han impactado trabajando aquí. Una de
ellas es la de un padre que asesinó al amigo de su hijo por salvarle la vida a
su hijo y ahora ambos pagan una condena. La segunda es la historia de un convicto
capturado por problemas de drogas y ya estando en prisión siguió con el mismo
vicio y un día estando en su celda cogió una sábana y se ahorcó. La frase con
la que resume toda su experiencia trabajando en una prisión es la siguiente:
“los valientes están en el cementerio y en una prisión”.
Otra entrevista que realizamos fue al profesor Eliécer
Nova quien durante muchos años ha tenido la experiencia de desarrollar un
proyecto que consiste en llevar a unos estudiantes a la prisión; el profesor
Eliécer se propone hacer que los estudiantes se enfrenten a una situación
demasiado humana para que saquen conclusiones sobre lo que significa vivir y aprovechar
las oportunidades; los estudiantes tienen que llevar elementos de aseo y
preparar actividades lúdicas y culturales; se espera que los jóvenes tomen conciencia
sobre las consecuencias derivadas de los actos delictivos. El profesor Eliécer
concluye lo siguiente luego de numerosas visitas: “los presos comentan muchas
vivencias de su situación, hay algunos que manifiestan su arrepentimiento y sus
deseos de cambiar, y otros que a pesar de estar arrepentidos son conscientes de
que si salen de allá vuelven a delinquir porque la sociedad los tilda de delincuentes y asumen ese rol”.
Es interesante descubrir que lo
que nosotros tenemos diariamente, es lo que los reclusos anhelan más que otra
cosa: la libertad. También es triste saber que dentro de esas paredes existen
artistas talentosos, pero que al salir, al ver que la sociedad los rechaza, no
les queda otra opción más que hacer lo que saben hacer.
De más está decir que a pesar de ser vecinos de los
presos no se han presentado desde hace tiempo otros intentos de fuga y se vive
en una relativa calma. Pero no cabe duda de que es un poco incómodo pasar todos
los días cerca de aquellos muros y tratar de convencerse de dos cosas, la
primera, de que la seguridad ha mejorado y que no hay posibilidad de una nueva
fuga; y la segunda, que son seres humanos los que están allí, y que algunos de
ellos son producto de un sistema desigual e injusto que no le ofrece las
oportunidades a todos por igual, así que muchos de ellos seguramente son
criminales porque el mundo de hoy exige dinero pero el gobierno no ofrece
trabajo digno, ni derechos para todos, y que por tanto algunos siguen el camino
del crimen para mejorar su calidad de vida. Terminamos con una pregunta que
resume lo anterior ¿Cuántos corruptos de esta ciudad estarán presos aquí? A
ellos les darán casa por cárcel seguramente…
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